"Mientras avanza por el largo pasillo del ala occidental del caserón,
siente su soledad con más intensidad pero también con más placer que
nunca. Lo del placer es absolutamente nuevo para él y le parece que está
estrechamente ligado al dolor de avanzar a solas por el pasillo
familiar. Mientras sigue caminando por ese corredor se adentra con tanta
profundidad en el análisis de ese placer novedoso que acaba teniendo la
sensación de entrar en tierra desconocida, en el espacio donde
se encuentran los límites de su capacidad de pensar. Es como si hubiera
llegado al sitio donde ya no puede ir más allá pensando. Siente un
breve vértigo, como si estuviera andando ya por el corredor que conduce
al espacio vacío que hay fuera de toda familia humana, empezando por la
suya propia."
Enrique Vila-Matas (1948-). Exploradores del abismo. Barcelona: Anagrama, 2007, p. 130
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