"Esconderse era el destino de todos esos amantes de la gloria
solitaria, todos esos artistas que acabaron necesitando el aislamiento
radical porque sabían que eso les aproximaba más al absurdo general de
la existencia y a la soledad que tarde o temprano habría de llegarles a
la hora de la muerte. Solitarios de sí mismos y tenaces exploradores del
vacío, todos ellos, un buen día, se fueron en dirección a un horizonte
helado, 'se fueron lejos para quedarse aquí', que diría Kafka.
[...] Las tumbas de esos artistas son hoy en día sepulcros
metafóricamente conectados, tumbas en las que ellos pueden ya descansar
tranquilos, como si estuvieran debajo de sus antiguos y fastidiosos
escenarios."
Enrique Vila-Matas (1948-). Exploradores del abismo. Barcelona: Anagrama, 2007, p. 283
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