"...y la vida seguía y seguía y seguía, como un collar de arroz en
donde cada grano llevara un paisaje pintado, granos diminutos y paisajes
microscópicos, y yo sabía que todos se ponían el collar en el cuello
pero nadie tenía la suficiente paciencia o fortaleza de ánimo como para
sacarse el collar y acercárselo a los ojos y descifrar grano a grano
cada paisaje, en parte porque las miniaturas exigían vista de lince,
vista de águila, en parte porque los paisajes solían deparar sorpresas
desagradables como ataúdes, cementerios a vuelo de pájaro, ciudades
deshabitadas, el abismo y el vértigo, la pequeñez del ser y su ridícula
voluntad, gente que mira la televisión, gente que asiste a los partidos
de fútbol, el aburrimiento como un portaaviones gigantesco
circunnavegando el imaginario chileno. Y ésa era la verdad. Nos
aburríamos."
Roberto Bolaño (1953-2003). Nocturno de Chile (2000). Barcelona: Anagrama, 2014, p. 123
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