"Para celebrar que había decidido continuar viva, entró en el
Comercial a tomar un té, y lo hizo con la satisfacción de quien por fin
se atreve a tomar una decisión largo tiempo aplazada, pues hacía años –
desde que se casara o tal vez desde mucho antes – que no entraba a solas
en un bar. Por eso, al apoyarse en la barra y pedir el té, sintió que
estaba viviendo unos momentos de intensa libertad."
Enrique Vila-Matas (1948-). Suicidios ejemplares (1991). Barcelona: Anagrama, 2000. p. 48-9
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