"Me
sobrevino la muerte en una discoteca de París a las cuatro de la
mañana. Mi médico me lo había advertido pero hay cosas que son
superiores a la razón. Erróneamente creí (algo de lo que aún ahora me
arrepiento) que el baile y la bebida no constituían la más peligrosa de
mis pasiones. Además, mi rutina de cuadro medio en FRACSA contribuía a
que cada noche buscara en los locales de moda de París aquello que no
encontraba en mi trabajo ni en lo que la gente llama vida interior: el
calor de una cierta desmesura."
Roberto Bolaño (1953-2003). Putas asesinas (2001), Barcelona: Anagrama, 2001, p. 129
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