"...la Lowell nada ambicionaba, vivía al día, desapegada, libre, sin miedo; no temía la pobreza, la soledad o la decrepitud, todo lo aceptaba de buen talante, la existencia era para ella un viaje divertido que conducía inevitablemente a la vejez y la muerte; no había razón para acumular bienes, puesto que de todos modos a la tumba se iba en cueros, sostenía. Atrás había quedado la joven seductora que tantos amores sembró en San Francisco, atrás la bella que conquistó París; ahora era una mujer en cincuentena de su existencia, sin ninguna coquetería ni remordimientos."
Isabel Allende (1942-). Retrato en sepia (2000). Barcelona: Debolsillo, 2006. p. 230
Nenhum comentário:
Postar um comentário